16.8.10

De Gaza a Tel Aviv

Salimos a las 10 de la mañana del Hotel Al Deira en Gaza. Yo había llamado al puesto fronterizo de Erez, para saber a que hora cerraban hoy el paso: "a las once y media". No había tiempo para recorrer la franja de norte a sur y llegar hasta Rafah, como teníamos previsto.
Eu taxi recorremos las calles miserables de las afueras de Gaza y los caminos de tierra que conducen al puesto fronterizo palestino: una miserable garita con un único funcionario aburrido.

Ha llegado el momento de despedirse de nuestro Cicerone, Iyad. El taxista pide 50 shekels, Iyad solo está dispuesto a pagar 30, aunque tenga que volver andando. "Adios amigo, espero que volvamos a vernos en Madrid o en Gaza". Tras recorrer andando deprisa el kilómetro de pasillo alambrado, llegamos al Muro de la Verguenza que separa dos extremos opuestos: la riqueza de Israel y la miseria de Gaza. Verdaderamente el paso a través del control israelí, con sus decenas de compartimentos estancos a los que sucesivamente vas pasando, es digno de una película de Woody Alen. Especialmente el gigantesaco escaner circular en el que permaneces de pie ejecutando una coreografía que una voz te dicta por el altavoz y que más tarde descubres que corresponde a una persona que te habla desde un un amplio ventanal enfrente tuyo y a unos 5 metros de altura. El paso resulta tedioso, peo no parece que haya ninguna dificultad y en unos 20 minutos nos hallamos en territorio isrraelí, en la gigantesca estación terminal de Erez y su amplio vestíbulo con aire acondicionado.

El viaje se acaba. Le escribo a un amigo que "desde Gaza a Tel Aviv vengo llorando por toda la orilla". La playa de Tel Aviv, en la misma costa que la de Gaza, está llena de veraneantes. Todos los hoteles están llenos. Quisiera poder salir ya de esta ciudad moderna en la que la gente te mira raro cuando preguntas algo en la calle, pues la mayoría además de no hablar español o francés, con frecuencia no comprende tampoco el inglés. Y a mí se me olvidó comprar un librillo de hebreo para viajeros. Al día siguiente salimos a las ocho de la mañana del hotel y llegamos al aeropuerto Ben Gurion 4 horas antes de la salida del vuelo para Amman, lo que no impide que estemos a punto de perdelo y tengamos que correr por los pasillos, debido a un problema con Iberia que tiene bloqueado nuestro billete de Amman a Madrid, lo que impide que las líneas Jordanas puedan emitir nuestra tarjeta de embarque. Hemos tenido tres interrogatorios exahustivos. Nos han llevado al "cuarto oscuro" -como denominamos bromeando al compartimento en el que te cachean y te piden que te bajes los pantalones para pasarte un escaner por la polla-. A mí me ha tocado un judío negro de Etiopía que trabaja de segurata. La situación es incómoda, creo que también para él.

Horas más tarde volamos desde Amman hacia Madrid. Yo leo "Life at the crossroads. A History of Gaza" de Gerald Butt, en su segunda edición de 2009. Lo alterno con la antología "Poesía árabe contemporánea" publicada por Pedro Martinez Montávez en 1958.

El poema "¡Nunca fuimos esclavos!" del tunecino Sadili Zukar, nacido en 1924, resume mis sentimientos tras realizar este viaje por Palestina:

Nuestros recuerdos pasan... lentamente

El eco de sus pasos se aproxima,

para alzar en mi sangre el resonar del hierro y del martillo.

Y una fuerza potente,

un temblor arrebata mi existencia:

como el ciclón que sube del fondo del abismo.

Roto está el viejo muro de mi cuerpo

-muro de espesa bruma-,

que en su profundidad esconde la mañana y mis entrañas jóvenes.

¡Tan sólo por la fuente del recuerdo se escapa mi

sentir, como un torrente!

La sed de la revuelta se agita por mis venas.

En nuestros corazones ha escrito con su fuego:

Queremos...

que haya una vida libre en nuestra tierra.

¡Pues jamás fuimos siervos!

Queremos...

ser amos del país, soberanos y libres.

¡Jamás fuimos esclavos!

Y las voces se elevan por todos los caminos:

¡Oh, vosotros, los sordos,

los que ansiais beberos nuestra sangre!:

este himno a vosotros se dirige.

Al libre le repugna, en este mundo, vestirse con

las ropas del esclavo.

¡Pues jamás fuimos siervos!

¡Nunca fuimos esclavos!

1 comentario:

administrador dijo...

Ramón, mi enhorabuena por la crónica, por haberte lanzado al ruedo, por luchar, por denunciar...cuidate

miguel gil