3.2.15

Podremos confluir si Podemos lo perrmite

Anoche tuve que conformarme con seguir por streaming el debate en la Sala del Mirador "Crisis de Regimen y Unidad Popular" por haberse superado amliamente el aforo. La cita pese a haberse lanzado en apenas cuatro días por Juan Diego Botto y Olga Rodriguez, había despertado gran expectación e interés.
La mesa inicial propuesta, con cuatro mujeres -Justa Montero del movimiento Feminista, Yayo Herrero de Ecologistas en Acción, Inés Sabanés coportavoz de EQUO Madrid y Tania Sanchez Melero, candidata autonómica de IU- y un sólo hombre -Luis Alegre de Podemos- era ya una declaración de intenciones en cuanto al protagonismo de las mujeres, que no se vio alterada por la incorporación del socialista Enrique del Olmo.
Sentí mucho no estar físicamente en la sala por los lazos de amistad, cariño y complicidad política que me unen a las participantes. Lazos que en el caso de Justa Montero se remontan a 40 años atrás, en los albores del movimiento feminista y el nacimiento de los primeros grupos LGTB, cuando ambos militábamos en la LCR. Algunos menos en el caso de Enrique del Olmo, compañero y sin embargo amigo en la asociación No Nos Resignamos o Inés Sabanés con quien coincidí en la Plataforma M30 No más coches años antes de que compartieramos la coportavocía de EQUO Madrid. A Yayo y a Tania las conozco hace menos tiempo pero siento hacia ellas admiración y cariño. En cuanto a Luis, a quien conocí en la última edición del Orgullo LGTB, como representante de Podemos, me interesaba mucho escuchar su receptividad ante dos elementos indispensables -desde mi punto de vista- en una propuesta de cambio no sólo de régimen sino civilizatorio: Feminismo y Ecologismo.

El reciente acuerdo entre Ganemos Madrid y Podemos Madrid para concurrir juntas en las municipales al Ayuntamiento de Madrid ha demostrado que la confluencia es posible y fructífera. Ganemos Madrid ha sido capaz de construir de forma colectiva, integrando a personas y colectivos diversos, en un proceso más complejo y dificil -también más enriquecedor- de lo que han sido las coaliciones de partidos en el pasado. Es dificil entender que confluyamos en las elecciones municipales y vayamos separados en las autonómicas. Creo que el éxito de la marca Podemos no es suficiente para obligarnos a competir electoralmente en las autonómicas a quienes ya estamos confluyendo para ganar el Ayuntamiento de Madrid.
De todos modos, más allá de como evolucionen las alianzas y candidaturas y sin dar por perdida la confluencia autónomica que sume a Podemos otras identidades y "marcas" políticas para ganar también la Comunidad de Madrid, lo que sentí ayer fue la complicidad y el cariño con muchas personas que hemos compartido causas comunes durante años. La reciente pérdida de Ladis y el emotivo homenaje del sábado, tras la Marcha por el Cambio contribuían a un estado emocional muy a flor de piel.
Frente al ordenador retwiteaba indistintamente a Maria Pastor o Miguel Urban, a Miguel Angel Vazquez o a Hugo Martinez Abarca, a IU o a EQUO, hablaba de Inés o de Justa o de Yayo o de Tania, en una especie de saludable promiscuidad política, en la que los objetivos comunes estaban por encima de los matices o de las "marcas". Hace ya muchos años que Petra Kelly reivindicaba la ternura en la acción política y aunque parezca que lo olvidamos cada día en nuestras legítimas discrepancias, es un maravilloso pegamento que facilita el entendimiento. Ladis lo sabía y lo practicaba.
Podemos es una formidable herramienta para el cambio. Como dijo Yayo, no podemos sino reconocer el éxito que han tenido al conectar con la indignación pero también la esperanza de millones de personas. Pero junto a la crisis de régimen, a la crisis institucional, hay también una crisis ecológica, una civilización nacida de la revolución industrial y la energía barata y abundante que se agota. Y es urgente responder a la crisis ecológica porque si lo dejamos para después ya será demasiado tarde. Esta es una de las grandes debilidades de Podemos desde mi punto de vista. La situación de emergencia social en la que nos encontramos es inseparable de la emergencia ecológica. No volveremos al crecimiento y si lo hacemos sólo acelerará el colapso ecológico. No es posible crear empleo digno ni luchar contra las desigualdades y la exclusión social sin abordar la transición ecológica de la economía.
La revolución será feminista o no será, decía una pancarta en la acampada de Sol. El debate de anoche apostaba claramente por el protagonismo de las mujeres yendo mucho más allá de la paridad que empieza a formar parte de lo "políticamente correcto". Del mismo modo, el futuro será verde o no habrá futuro. Gobernar la ciudad de Madrid es una oportunidad para poner en práctica la nueva política, desde la participación, la transparencia, la ética y la sostenibilidad. El camino andado por Ganemos Madrid en estos meses, recogiendo las aportaciones de plataformas y colectivos, desarrollando metodologías participativas anticipa un modelo de ciudad más democrático, ecológico, solidario y saludable. Pese a las escasas competencias municipales y al endeudamiento que dejan los delirios faraónicos de Gallardón y Botella, es mucho lo que podremos hacer para empezar a cambiar la gestión del territorio y el espacio público, la movilidad, los residuos, la alimentación y el consumo en una necesaria transición ecológica que sólo tendrá éxito con la implicación y participación de la ciudadanía. Remunicipalización de servicios, sí, claro, pero con participación y transparencia.

Cuando Podemos habla despectivamente de sopas de siglas para referirse al pluralismo político, elemento consustancial de la Democracia, creo que le hace un flaco favor a las ansias de cambio de la mayoría social que pretende representar en solitario.
La confluencia, la cooperación, la unidad popular o como queramos llamarla es posible y necesaria en todos los ámbitos: municipal, autonómico, estatal, europeo... Podemos ha abierto una grieta, ha puesto en pie una formidable palanca para el cambio. Abrir un proceso constituyente y más aún, iniciar la transcición a la civilización posindustrial, creo que exige la cooperación, la deliberación y la construcción colectiva mucho más allá de la marca de éxito.

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