21.7.12

Entre la movilización y la reflexión

Tras el Golpe de Estado perpetrado por el Gobierno del Partido Popular el pasado 13 de Julio con sus dacronianas medidas para terminar de desmantelar el Estado del Bienestar, no dejamos de salir a la calle en defensa de nuestros derechos.
Hay otras opciones posibles para salir de esta crisis. En Islandia pudieron hacerlo tras decidir en Referendum que no pagarían la deuda de los bancos.
Hay un interesamnte artículo Sobre Europa: diálogo con Sócrates por Daniel Cohn-Bendit que contiene algunas claves para entender lo que está pasando y anticipar lo que deberíamos hacer. Por que la salida a la crisis implica necesariamente un cambio de modelo y también una alianza ciudadana de ámbito Europeo que ponga la política por encima de los mercados, la Democracia por encima de la Economía y los derechos por encima de la especulación.
Todos los días nos hablan de nuevos sacrificios, desde el Gobierno o desde las cumbres europeas.
Las políticas anti-crisis actuales son el reflejo de una macroeconomía masoquista, pero es necesario pasar del masoquismo de la crisis a la microeconomía de la felicidad  como dice Florent Marcellesi:
 "Somos capaces de vivir sin intermediarios para cultivar y comprar productos de calidad y ecológicos, somos capaces de relocalizar la economía sin el euro, somos capaces de trabajar menos y mejor sin la losa cultural del pleno empleo, somos capaces de producir y consumir localmente energía limpia y finanzas éticas sin multinacionales, somos capaces de recuperar sin decreto-ley el sentido de la solidaridad, de la ayuda mutua y de la comunidad… En definitiva, sin tanta flagelación impuesta y autoasumida, somos capaces de atenuar los efectos de la crisis e iniciar una transición social y ecológica desde la fraternidad y el disfrute".

 Se acabó lo que se daba, el mundo que está desapareciendo bajo nuestros pies, ya no volverá.
Estamos ante un cambio de época. El sistema ha colapsado y sólo a través de nuevas redes solidarias
podremos salir adelante.
Estamos en un momento de transición en el que lo viejo no termina de morir, mientras lo nuevo no termina de nacer.
Pero  ya no es suficiente con la indignación. Es nuestra responsabilidad cambiar el mundo, por que al fin y al cabo venimos a él para ser felices.
Son tiempos duros, en los que en lo personal a penas sabemos  como saldremos adelante. Y sin embargo, en lo colectivo encontramos la energía y la imaginación necesarias para cambiar el estado de cosas
actual.
Ayer escuchaba en el Ateneo de Madrid a una mujer con 94 años, testigo del Golpe de Estado de 1936. Pensábamos en los años 80 que el Golpe vendría de los militares, pero ha venido de los mercados.
La crisis es una escusa para hacer un ajuste de cuentas, desmantelar los logros de las últimas décadas e imponer el empobrecimiento de las clases medias con la brutal desrregulación neoliberal.
Entre tanto, los ricos son cada vez más ricos y los grandes fondos especulativos hacen sus operaciones financieras a gran escala siguiendo algoritmos matemáticos, de forma automática e inmediata, sin importarles la hambruna en el Sahel, los suicidios en Grecia o las masacres en Siria. Busines is busines, as usual.
Pero no podrán impedir que cambiemos el mundo.


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