No se hasta que punto el 25S ha marcado un punto de inflexión. Sin duda la oportunidad de abrir un Proceso Constituyente, por lejos que lo veamos, ha sido puesta en la agenda política. La virulenta reacción de la derecha mediático-política ha contribuido a extender el apoyo a este movimiento. Verdaderamente comparar una petición ciudadana de regeneración democrática con un golpe de estado, es cínico. Pretender imputar por un delito contra altas instituciones del Estado a un grupo de personas que hablan de Democracia en el Retiro, es más que un disparate un esperpento. Parece que el juez Pedraz ha acabado de sacar de sus casillas a la caverna mediática. Pero como le sucedía al bunker franquista, la huida hacia delante no hace más que agudizar la crisis y precipitar la caída del régimen nacido de la Transición. Cuanto más se aferren al pasado, a sus privilegios y a sus mentiras, más crecerá la contestación social.
Hemos empezado una transición. La civilización humana necesita hacer una transición hacia otro modelo energético y productivo, antes de que sea demasiado tarde y suframos las consecuencias del cambio climático, la contaminación, la degradación ambiental, las crisis energéticas, alimentarias, epidemiológicas...
Las ciudades necesitan hacer una transición para mejorar su eficiencia energético y reducir el consumo de energía, particularmente la procedente de eneregías fósiles, sucias y peligrosas. Después de esta crisis nada será igual. Ha comenzado la decadencia de la Civilización Industrial, basada en un alto consumo de energías fósiles baratas. Y no sabemos como será la Civilización que acabará sustituyéndola, pero si sabemos cuales son los valores que deben inspirarla para recobrar la paz y el equilibrio con el planeta y entre los pueblos.
Por eso me parece que hablar de una transición política, através de un proceso constituyente, lejos de atentar contra nadie, salvo banqueros y políticos corruptos, tal vez sea una de las últimas oportunidades que tengamos de salvar lo que queda de una Democracia secuestrada, debilitada y esclerotizada.
El periodo histórico que se abre con el consenso de la Transición, está agotado. Es el régimen, con sus mitologías, el que está agotado, no la democracia representativa. El sistema de partidos nacido de un sistema electoral formalmente proporcional pero con efecto mayoritario, ha entrado en crisis. Los grandes partidos se han convertido en maquinas-agencia de empleo, cerradas al electorado, que sólo puede elegir la marca que introducirá en la urna cada cuatro años.
Una reforma electoral debería no solamente hacer el sistema más proporcional si no también imponer a los partidos un código ético, tanto en su financiación como en su democracia interna. Realmente las elecciones primarias deberían ser obligatorias, para que los electores pudieran participar en la confección de las listas o en las propuestas políticas.
Hemos visto en el pasado derrumbarse otros sistemas de partidos, como el de la Venezuela anterior al chavismo, o el sistema de partidos italiano surgido después de la II Guerra Mundial con la DC y el PCI como principales polos.
El bipartidismo no refleja la diversidad política de la sociedad y hace a los partidos refractarios y sordo a las demandas y propuestas de la ciudadanía. Solamente los sistemas de partidos de Eukadi o Cataluña y en menor medida otras comunidades, escapan a un bipartidismo muy similar a los que existen en los paises anglosajones con sistemas electorales mayoritarios.
LATRANSICIÓN HA EMPEZADO, #SiSePuede
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