Las crisis periódicas del capitalismo han dado lugar a todo tipo de guerras incluidas las dos mundiales. Como dice Ramón Fernandez Durán en La Quiebra del Capitalismo Global 2000 2030 la crisis actual augura el declive de la Civilización Industrial en un proceso que será largo y cuyas consecuencias resultarán durísimas en términos sociales y ambientales.
A la crisis sistémica del productivismo y el capitalismo financiero de casino, se añade en España una crisis de las instituciones democráticas, una pérdida de derechos básicos, un aumento de la población que vive bajo el umbral de la pobreza, la desaparición de las clases medias y el empobrecimiento de la clase media alta. A todo ello se añade el discurso hegemónico de la derecha mediática y política que pretende vender como inevitable la pérdida de poder adquisitivo y de derechos sociales y políticos para la inmensa mayoría de la población.
Sometidos a una doble presión colectiva e individualmente, la supervivencia parece haberse convertido en el principal objetivo de nuestras vidas.
Si bien muchos considerábamos el desaforado consumismo de las últimas décadas como incompatible con el desarrollo de una vida plena en una sociedad equilibrada socialmente y en paz con el planeta, la crisis nos ha privado de la droga consumista tanto si nos gustaba como si no. Y lo que es más grave amenaza nuestra supervivencia cotidiana por la pérdida no solamente de poder adquisitivo y derechos, si no en muchos casos también del trabajo, la vivienda o la salud.
Aunque no dispongo de datos estadísiticos, parece evidente que están aumentando alarmantemente enfermedades mentales como la depresión y el estrés.
¿Cómo sobrevivir a está gran depresión, en lo político y colectivo y en lo personal y familiar? Pese a vivir en una época de individualismo extremo propiciado por el ultraliberalismo económico, la crisis nos enseña que dificilmente encontraremos salidas individuales más allá de una problemática supervivencia con un horizonte que apenas alcanza a los próximos meses.
La respuesta social y política a la crisis exige el esfuerzo de la movilización y la construcción de un discurso alternativo, pero no podremos avanzar sin el desarrollo paralelo de redes sociales que pongan en valor la solidaridad, la ayuda mutua, la construcción de mecanismos sociales alternativos que nos permitan crear y compatir nuevos valores y nuevas formas de trabajo, de consumo, de organización social y política.
En un mundo individualista y hostil, competitivo y depauperado, sólo tenemos la remota posibilidad de vivir con plenitud nuestras vidas comprometiéndonos como individuos en las redes sociales por el cambio.
Obligatoriamente debemos a prender a vivir mejor con menos bienes materiales y a desarrollar nuevos valores culturales.
No es fácil. Resulta inevitable caer en el desánimo, la depresión y hasta la desesperación. Por eso no nos queda otra que tender una mano, tanto para encontrar la energía que nos permita volver a levantarnos como para ofrecer nuestra ayuda a las personas que tenemos a nuestro alrededor para que puedan seguir adelante.
Frente a la Gran Depresión, la única alternativa posible es la construcción colectiva de un mundo más justo y reconciliado con Gaia. Pienso que nuestra contribución al cambio es la única forma de ir más allá de la supervivencia para vivir plenamente nuestras vidas. La economía de lo común frente a la dictadura financiera.
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