21.9.10
El principio del fin de una barbarie
A finales de julio el Parlament de Catalunya aprobó la Iniciativa Legislativa Popular por la que
quedó abolida la Tauromaquia. Era la segunda Comunidad Autónoma que quedaba libre de este cruel y anacrónico espectáculo después de que Canarias aboliera las corridas en 1996.
Este éxito a impulsado el movimiento animalista en toda España. Las organizaciones Equanimal, AnimaNaturalis y el Comité Antitaurino Internacional organizarón en Pamplona una acción en la que los activistas formaban con sus cuerpos desnudos y maquillados la figura de un toro. El 21 de agosto el acto se repetía en Bilbao, delante del Museo Gugenheim y el 19 de septiembre ante la plaza de Las Ventas en Madrid.
Antes hubo otro muchos actos similares, como el realizado en marzo en la plaza de Callao en Madrid, abajo en la fotografía.
El sentimiento de verguenza por esta barbaridad va creciendo paulatinamente en un pais donde el interés por los toros no ha dejado de descender hasta ser absolutamente minoritario.
Sin embargo las administraciones públicas siguen subencionando el delirio de la violencia contra un animal indefenso. Este año se han producido además seis muertes de personas que participaban en encierros y otros festejos taurinos.
Por desgracia la brutalidad y la violencia están fuertemente arraigadas en un sector de la población, particularmente en pueblos como Tordesillas donde hacen gala de su crueldad.
Pero mucho más grave aún resulta que determinados intelectuales defiendan la
violencia contra los animales y nos ataquen sin pudor a quienes nos oponemos a la barbarie. Es el caso de Fernando Sabater, quien como Fernando Sanchez Dragó ha ido evolucionando desde posiciones acrátas hacia un conservadurismo cada vez más radical. O de Joaquín Sabina, quien nos ´comparó hace algún tiempo a los activistas animalistas con la kaleborroka.
Nuestra lucha a favor de los animales se desarrolla en la calle, de forma absolutamente pacífica. Por fortuna los taurinos violentos son cada vez más escasos. El pasado sábado en Las Ventas hubo alguno, que fue amablemente invitado por la Policia Nacional a abandonar el lugar.
Más pronto que tarde la Tauromaquia será abolida. Probablemente Madrid será uno de los últimos bastiones en caer, pero llegará como llegó a toda Europa en el s. XVIII con la Ilustración.
Carlos III, el rey ilustrado, prohibió las corridas por su crueldad. El absolutismo y la ignorancia del "vivan las caenas"
volvió a instaurar la tortura como espectáculo de masas.
Lo que resulta dificil comprender es que personas a las que se les supone sensibilidad artística y compromiso con la solidaridad y la dignidad sigan defendiendo algo tan impresentable.
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Ramón Linaza
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