Gallardón había prometido su inauguración en marzo de 2010,
tal como preveía el Plan Director de Movilidad Ciclista aprobado por el Pleno
del Ayuntamiento de Madrid dos años antes. Ya sabemos que las cosas de Palacio
van despacio y más cuando se refieren a asuntos que las autoridades no
consideran prioritarias. Sin embargo el uso de las bicis en las ciudades no
deja de crecer por múltiples razones que van desde su eficiencia como medio de
transporte urbano rápido y barato hasta el aumento de la conciencia ecológica
en la población.
Los sistemas de alquiler de bici pública han demostrado su
potencial en las ciudades que los han implantado, donde el uso de la bicicleta
ha aumentado exponencialmente, como son los casos emblemáticos de Barcelona,
Valencia o Sevilla. Madrid ha llegado más tarde, pero por fin lo ha hecho.
De momento se sabe que el nuevo BiciMAD tendrá 1.560 bicicletas a disposición
de los usuarios, repartidas en 120 estaciones
situadas dentro de la almendra central de la ciudad, con más de 3.000 anclajes
para los vehículos. Barcelona dispone de 6.000 bicis y 420 estaciones. Valencia
2.750 en 275 estaciones y Sevilla 2.600 bicis y 260 estaciones. Sin duda
BiciMAD irá aumentando su oferta en los próximos años a medida que aumente
también la demanda.
Uno de los aciertos del nuevo sistema de bici pública en la
Villa y Corte es la apuesta por la bici eléctrica. Si bien es verdad que una
bicicleta con marchas y un mínimo entrenamiento son más que suficientes para
utilizar este medio de transporte en una ciudad como Madrid, no lo es menos que
la bici eléctrica supone un atractivo adicional para muchos usuarios potenciales
que no están acostumbrados a realizar pequeños esfuerzos físicos, tan
saludables por otro lado.
Es indudable que ciudades con orografías más llanas que la
de Madrid resultan más atractivas para todo tipo de ciclistas y explica el
enrome éxito de la bici en Valencia o Sevilla. En Barcelona se da la
circunstancia de que los usuarios de la bici pública prefieren usarla para
bajar al centro desde las colinas circundantes y rara vez la utilizan para
volver a los barrios altos, lo que provoca una descompensación del número de
bicicletas disponibles y la necesidad de retornar de forma mecánica las bicis
sobrantes a las estaciones situadas en cotas más altas. Resulta fácil preveer
que en Madrid podría producirse un efecto parecido con abundancia de bicis en
las estaciones próximas al río y escasez en las estaciones situadas en lo alto
de la cornisa del Manzanares. La bici eléctrica puede contribuir a minimizar
este efecto de manera que cuestas como las de la calle Segovia, Principe Pío o
Avenida de la Moncloa dejen de tener un efecto disuasorio para ciclistas poco
habituados al saludable pedaleo cuesta arriba.
La orografía no es el único motivo que provoca problemas en
la disponibilidad de bicicletas o de anclajes en las diferentes estaciones. Si
vas por la tarde noche a la Alameda de Hercules en Sevilla tendrás dificultades
para encontrar una plaza donde anclar la bici púbica, por la sencilla razón de
que una gran cantidad de usuarios han decidido también irse de tapas por la
zona. En cambio por la mañana puedes tener dificultad en encontrar una bici
disponible en la zona, sobre todo si no madrugas. Algo parecido podría ocurrir
en Madrid en zonas como Chueca, Malasaña o el barrio de Las Letras. En este
sentido el mantenimiento del sistema, incluyendo el traslado de bicis en
función de la demanda de las diferentes estaciones es fundamental para su
éxito.
BiciMAD nace con la ventaja de disponer de una amplia
información sobre las dificultades y los aciertos en la implantación del
servicio en otras ciudades. Su potencial de uso en una ciudad de las
dimensiones de Madrid y con una población flotante muy importante es enorme.
Personalmente prefiero usar mi bici y creo que muchos
usuarios de la bici pública terminarán por habituarse al uso de la bici y se
pasarán a la bici privada. Pero hay muchas circunstancias que hacen muy útil la
bici pública. Estar de visita en otra ciudad sin disponer de tu bici habitual
es una. Ser usuario ocasional o no disponer de un lugar donde guardar la bici
en casa puede ser otra.
En los últimos años la bicicleta ha dejado de ser algo
anecdótico en Madrid para convertirse en un medio de transporte, minoritario
todavía, pero cada vez más visible.
Los amantes de la bicicleta estamos de enhorabuena, Madrid
ya tiene bici pública y su futuro es muy prometedor. Desengánchate del coche y
pásate a la bici. Te lo agradecerán tanto tu salud como tu bolsillo y estarás
contribuyendo a la salud de toda la población y del planeta. ¡Menos coches y
más bicis! Ya sean públicas o privadas, eléctricas, con marchas o con piñón
fijo, plegables o no. Siempre hay una bici adecuada para cada ocasión y cada
usuario.
El Ayuntamiento de Madrid ha apostado durante años por el
coche como medio de transporte prioritario. La ampliación de la M30 costó 7.000
millones de euros, una cifra equivalente a la deuda del Ayuntamiento y que
supone el 50% de la deuda de todos los ayuntamientos españoles. Según Gallardón
un millón de coches entraban cada día en la almendra central y era necesario
dotarles de vías de acceso y circunvalación. La realidad es que ni la salud de
los madrileños ni las arcas municipales soportan tal abuso de un medio de
transporte contaminante y poco eficiente en un entorno urbano. Fue una
oportunidad perdida. El objetivo debería ser reducir paulatinamente el uso del
coche trasvasando sus usuarios al transporte público y la movilidad ciclista y
peatonal siguiendo las políticas que emprendieron en los años 70 del siglo
pasado países como Holanda o Dinamarca. Hay que tener en cuenta que el gasto
sanitario que producen las enfermedades respiratorias y cardiovasculares -incluyendo hospitalizaciones, bajas
laborales, etc- que causan los altos índices de contaminación que produce el
tráfico motorizado se estiman en unos 6.000 millones de euros anuales para una
metrópoli como la madrileña.
Medidas como la bici de alquiler, los aparcabicis o las
diferentes vías ciclistas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Madrid,
son sin duda necesarias y ayudan a visibilizar la bici como medio de
transporte, pero también resultan absolutamente insuficientes. Madrid necesita
reducir drásticamente el transporte motorizado privado y al mismo tiempo hacer
una transición de todo el transporte urbano, tanto de pasajeros como de
mercancías a la electricidad. Por otro lado las inversiones realizadas con
criterios puramente electoralistas y que se han revelado absolutamente
innecesarias y deficitarias, como son los casos de los metros ligeros o las
autopistas radiales de peaje han provocado una deuda que lastra nuestro futuro.
El sector del transporte, junto con la eficiencia energética en la edificación,
es clave en la transición a un modelo energético que permita reducir tanto las
graves consecuencias para el cambio climático y la biodiversidad como la
dependencia energética del exterior y el endeudamiento crónico.
Tras una década en que el Ayuntamiento de Madrid y las demás
administraciones han apostado por un modelo de movilidad propio del siglo
pasado basado un alto consumo de combustibles fósiles cada vez más caros y
escasos, es hora ya de mirar hacia el futuro apostando por la eficiencia
energética y la salud de las personas y
del planeta.
Abaratar, promocionar y mejorar el transporte público
fomentando al mismo tiempo los desplazamientos a pie y en bici así como la
intermodalidad (uso combinado de varios modos como bici y tren) permitirían
reducir el endeudamiento de la ciudad, recuperar el espacio público para las
personas, incluyendo las más vulnerables: la infancia, la tercera edad o la
discapacidad y crear nuevos empleos.
La presencia de bicis en los entornos urbanos son un
indicador de su salud, como los son las aves en los entornos naturales. Si hay
muchas bicis habrá más espacio, más seguridad y más salud para los niños y los
ancianos y por lo tanto para el conjunto de la población. Cada metro cuadrado
de asfalto recuperado para la vida es una garantía de futuro para las
generaciones futuras. Otras ciudades como Friburgo, Amsterdam o Copenaghe llevan décadas apostando por el futuro. Barcelona, Sevilla, Valencia o
Vitoria empiezan a sumarse a un modelo de ciudad y de transporte urbano pensado
para la vida, la salud y las personas.
Madrid sigue siendo un metrópoli subdesarrollada, colonizada por los
vehículos contaminantes que causan todos los años la muerte prematura de miles
de personas por enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Reducir la
contaminación y el tráfico rodado permitiría recuperar los bulevares que fueron
arrasados por la irrupción del tráfico en los años sesenta y con ellos el
espacio para la vida y la interacción social.
La bici no es una moda, es una necesidad y una apuesta por
la salud y por el futuro. Este es el compromiso que asumimos desde la Ecología
Política.